● 1х0.5 leт go

-Yo no lo sabía.- dijo, y por cómo me miro, ya no solo asustada si no que se había puesto visiblemente nerviosa, tuve la certeza de que lo decía en serio -No tenía ni idea.
Insistió mirándome a los ojos, y aquel simple gesto bastó para confirmarme que no mentía; rara vez me equivocaba juzgando a la gente, era una persona difícil de engañar y además… Realmente quería creerla, porque la idea de que estuviera allí para espiarme se me hacía algo insoportable.
-Y yo jamas me atrevería a hacer algo tan ruín como espiar. Si me atreví a regresar fue por todas las atenciones que tuviste conmigo.- dijo alzando la voz, aunque igualmente me pareció algo muy tierno, que se hubiera quedado conmigo por estar agradecida, como realmente habría hecho un animal… Supongo que eso logró suavizarme bastante -y por que parecía que necesitabas de un amigo.- Y aquello consiguió de nuevo el efecto contrario, como si me acabara de dar una bofetada justo después de bajar la guardia. -Nunca ha sido otra mi atención.
Me crucé de brazos intentando asimilar aquello. A decir verdad no sé qué otra explicación habría podido esperar, quizás con aquello de que estaba agradecida por haberla ayudado cuando la encontré herida habría sido suficiente, si acaso que se hubiera quedado conmigo las últimas semanas porque no tenía a donde ir, para poder ver la TV por cable gratis o porque le gustaba que le acariciase el lomo cuando se echaba a mi lado en el sofá, todas aquellas habrían sido respuestas más que satisfactorias. O en el fondo quizás estuviera molesto porque lo que realmente me habría gustado oír era que estaba allí porque yo le gustaba... Ya no me refiero en el sentido romántico de la palabra, sino que le gustara como persona, o algo así. Pero no.- Oh, ¿así que me engañaste simplemente por caridad, porque te di lástima? – bufé, ahora no solo me sentía totalmente humillado porque me hubiera engañado así, sino que también acababa de herir por completo mi orgullo - para que lo sepas, no necesito tu compasión ni la de nadie.
Dije sin darme cuenta de que esta vez fui yo quien alzó la voz de nuevo realmente molesto, juro que normalmente no era tan gruñón. De hecho no era capaz de recordar que nadie me hubiera sacado de mis casillas así antes. Intenté tranquilizarme apartándome de la puerta donde había permanecido hasta ahora y caminando apenas unos metros antes de girarme de nuevo hacia la chica para dirigirme a ella ya en un tono de voz más tranquilo con intención reconciliadora, dentro de lo posible.
- Mira, oye... siento haberte gritado todo este tiempo, y siento haberte llamado loca y haber pensado mal de ti, ¿de acuerdo? Está claro que tus intenciones para engañarme eran muy nobles - dije de nuevo sin poder evitar que aquello último sonase a sarcasmo, y es que ni yo me creía lo que acababa de decir, seguía bastante ofendido y mi orgullo no se recompondría tan fácilmente - así que, considerémonos en paz y olvidemos todo esto, ¿te parece?

- Puees, se puede decir que ambas – la miré alzando una ceja intentando adivinar si estaba o no de broma. Y no, no lo parecía… En realidad lo que esperaba en respuesta era que negara ambas cosas, no que las afirmara. - Ayer me llamó la directora para que tomara su puesto por unos días asistiendo la exposición, porque tenía unos asuntos personales que resolver y tenía que salir de Creta, así que aquí, ágil ladronzuelo, ves a la directora temporal del museo - creo que no me impactó tanto lo que dijo como esa adorable risa suya que logró dejarme totalmente hipnotizado durante unos segundos - Así que por qué mejor no me explicas todo el acontecimiento que se acaba de dar, porque sigo muy confundida.
Y para finalizar ya de conquistarme por completo se ruborizó levemente de forma aún más adorable, no sé por qué exactamente, pero en cualquier caso era una reacción encantadora, casi como cada gesto que hacía, y en mi humilde opinión, casi siempre demasiado inocente para la casa a la que pertenecía.
- O si no qué, ¿tendrás que tomar represalias?
Pregunté divertido acercándome peligrosamente a ella y apoyando una mano contra el muro en el que también ella estaba apoyada, tan solo con intención de verla sonrojarse una vez más. No se me podía culpar por eso: definitivamente hoy estaba de mal humor y esta era la forma en la que ella conseguía alegrar un poco mi día. Le dediqué una media sonrisa antes de separarme finalmente e ir en busca de mis cuadros, que había dejado tirados junto a la puerta de la azotea.
- No sé a quién se le ocurrió decir que los objetos cotidianos podían ser arte, pero debía de tener síndrome de Diógenes porque a mí no me parece más que un montón de mierda – comencé a decir con total sinceridad tal y como pasaban las palabras por mi cabeza, una reciente manía mía de decir las cosas sin cortarme ni un pelo, qué se le va a hacer - vamos, decir que eso que exponéis ahí abajo es arte es como darle a Miguel Angel o a Van Gogh una patada en la entrepierna. Añadí con cierto sarcasmo mientras me agachaba a recoger mis tres obras y las colocaba una junto a otra cuidadosamente apoyadas en el muro. Admiré las pinturas un par de segundos antes de dar media vuelta y comenzar a buscar algo por la azotea mientras continuaba con mi argumento de forma casi automática. Cuántas veces no habría discutido con alguien acerca de ese tema, que ya casi recitaba mis argumentos de memoria, aunque no es que estuviera discutiendo con Rowena, simplemente le estaba dando la explicación que me había pedido, enrollándome un poco, lo reconozco.
- Es decir, sé que queda muy bonito eso de ‘’todo lo que nos rodea es arte’’... - hice una pausa, agachado en el otro extremo de la azotea donde había varios escombros de ladrillos como en cualquier azotea semi-abandonaba y descuidada que se precie, y recogiendo algunos pedazos de estos - pero si eso fuera cierto, yo también podría decir que cualquier sonido del mundo es música; ponerme a dar palmas e intentar comparar eso con el Réquiem de Mozart, ¿no te parece?
Dije por último concluyendo mi argumento. Y sí, de acuerdo, debí meterme a abogado, porque siempre parecía tener un argumento más, o menos lógico, para cada situación, pero así era yo, me gustaba llevar la razón en todo incluso cuando en realidad no la llevara, aunque este no era el caso, creo. Volví con ella que debía de haberme estado mirando extrañada todo este tiempo preguntándose que era lo que tenía pensado hacer tanto ir de un lado para otro.
- Así que por eso he robado mis propios cuadros, porque no quiero que se expongan junto a eso que llamáis ''arte moderno'' - y que yo llamo muebles del Ikea - me llevó muchas horas pintar cada uno de estos, ¿sabes? - dije frunciendo el ceño y encogiéndome de hombros, para a continuación lanzar una piedra - trozo de ladrillo, lo que fuera - contra uno de los cuadros y atravesarlo, de modo que la tela se rajó de arriba abajo - resulta más desestresante de lo que parece, ¿quieres probar puntería?
Pregunté sonriendo a Ro levemente, divertido al ver su expresión de confusión mientras le ofrecía otro trozo de escombro. Supongo que para ella esto era una tontería, o una locura, pero no se podía esperar otra cosa de mí.