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Un par de minutos, eso fue lo que tardó Castiel en echar a correr detrás de mí, y apenas le llevó la mitad de tiempo alcanzarme. Maldije mentalmente, porque me era imposible hablar y correr al mismo tiempo sin ahogarme en el intento.
- pero que tramposa eres!!!!... – dijo poniéndose a mi altura con demasiada facilidad - - solo por eso voy a hacer mas extenso tu sufrimiento!.. MUAJAJAJA... - soltó una de esas risas malignas que consiguió hacerme reír y tuviera que disminuir aún más la marcha, en cualquier momento me adelantarían hasta las mariposas - voy a darte esperanzas de ganarme y al final te ganare!!! - le miré alzando una ceja antes de volver la vista al frente para no estamparme contra algo, la verdad no sabía muy bien cómo ni por qué iba a hacer eso, pero si me contaba su plan ya no tenía gracia, ¿no? De todas formas, tampoco es que corriera con intención de ganarle, no era tan ilusa... Corría por el batido de chocolate que me iba a tomar y que me hacía la boca agua sólo de pensarlo. La cosa es que continuó corriendo a mi lado hasta que vimos a lo lejos el Sunset y como si nada, sin mayor esfuerzo, el aumentó el ritmo y me adelantó llegando muuuucho primero. Yo sencillamente daba gracias porque el bar no estuviera más lejos, porque entonces habría tenido que pedir un taxi, no podía con el alma. - quiero mi batido de mango y piña como siempre, yo escogeré la mesa!...
Gritó al llegar para regodearse aún más de mí por haberme ganado. Yo le habría gritado algo desde donde estaba, pero ya me costaba bastante respirar, y de hecho dejé de correr cuando quedaban unos metros para recorrerlos andando, lo cual aun así me supuso un gran esfuerzo.
- ...Trasero - dije entre jadeos intentando recuperar el aliento al llegar por fin, y apoyándome sobre él ya que fue lo más parecido a un mueble que pude pillar más a mano. Él me miró sin entender qué demonios le estaba contando, lo cual era comprensible porque había intentado decir ''bésame el trasero'' pero me falló el aire para completar la frase. - Nada, que creo que me muero.
Aclaré, de mentirijilla, pero al menos era una mejor contestación. Me llevó un buen rato que mi pulso volviera a la normalidad, y realmente temí por mi vida creyendo que el corazón se me iba a salir del pecho, pero sobreviví y conseguí sentarme en la silla más cercana. En realidad la mesa estaba ocupada por un señor mayor que me miró medio asustado por mis pelos de loca, mi respiración agitada y la mirada fulminante que le eché en plan ''no puedo moverme, es lo que hay, ¿algún problema?'' y aunque no sé si fue capaz de captarlo todo, se cambió de mesa dejando aquella libre. Perfecto, ahora me sentía un poco como una matona, seguro que cuando lograse engordar quince kilos con desayunos como el de hoy, intimidaba aún más.
- Agua, porfa - le pedí a Castiel, rogando con la mirada que hiciera de camarero y se encargase él de pedir, ya que no parecía cansado en absoluto. Qué envidia. - Y un batido de chocolate con nata montada y cerezas para mí. Bien frío. - Añadí - ¿Sabes? Si no fuera porque creo que moriría en el intento, no sería tan mala idea eso de que me entrenaras. - Reconocí, porque madre mía, una vida entera de sofá y zapping como único deporte me estaba pasando factura.

Una vez Dominique me contó que la casa donde vivía era de unos parientes de su hermanastra, por parte del padre de Colette así que no tenían nada que ver con ella, lo cual explicaría que no fuera familia de Ky, por ejemplo, o de ese tal Syd. De acuerdo, hasta ahí tenía sentido más o menos, pero seguía pensando que era raro; era una familia rara en un lugar raro. Había estado allí una vez con diez u once años cuando me había llevado Teresa, pero por algún motivo no volví a ir, no hasta que fui a ver a Dominique hace no mucho. Y todo fue como ''¿qué hace ella aquí?'' y ''¿quién la ha dejado entrar? ¡que se vaya!'' como si yo tuviera la peste o algo... Sinceramente, desde entonces pensaba que eran alguna especie de secta y la ingenua de mi amiga no se había dado cuenta de dónde se había metido, esa era la teoría más razonable que encontraba. El caso es que desde aquella siempre era Dominique quien se venía a mi casa, o si quedábamos lo hacíamos directamente en algún sitio, como anoche, que estuvimos hablando por el messenger hasta tarde y quedamos en vernos hoy hacia las nueve en el Sunset para tomar un batido y luego ir de compras al centro comercial, un plan genial... Al que para variar ella llegaba tarde.Así que me acomodé en la barra con mi batido de cereza, dispuesta a tomarme otro después cuando por fin llegase mi amiga - no supondría un gran esfuerzo para mí - cuando me puse a dar un par de vueltas en el taburete completamente aburrida, y en una de esas me pareció ver a Ky de pasada. Me detuve. Sí, era él, y estaba sentado allí solo, tan mono... Seguramente esperase a alguien o quién sabe, el caso es que jamás había hablado con él sin que Dominique estuviera con nosotros, y tenía bastante sentido dado que se suponía que yo no le aguantaba, pero aun así, me animé a acercarme. De todas formas sería solo un momento, supongo.
- Eh - dije a modo de saludo intentando sonar indiferente como las pocas veces que había hablado con él - ¿cómo es que no has venido con Dominique? Se supone que ella también venía hacia aquí... Ya debería haber llegado de hecho. - Comenté tomando la libertad de sentarme frente a él con mi batido y me acomodé apoyando la cabeza sobre mi mano mirándole fijamente. Se me daba bien poner a la gente nerviosa mirándoles fijamente, era divertido, pero además mirarle a él resultaba agradable a la vista también. - Digo, pensaba que en las sectas teníais que salir de casa de dos en dos, o algo así. - Bromeé, aunque sin cambiar mi expresión seria e indiferente en lo más mínimo.

Me miró asustada y yo sentí como una punzada de culpa atravesaba mi pecho al ver su expresión, realmente me había puesto hecho una furia cosa que no era común en mí, menos delante de una chica... Pero no, no iba a dejarme embaucar, tenía derecho a estar enfadado, más bien debía enfadarme si no quería que volviera a reírse de mí.
-Puedo explicarlo!.- bufé con una cínica media sonrisa al ver cómo las tornas parecían haber cambiado de pronto, ahora era ella la que se mostraba precavida ¿y me ofrecía una explicación? Pues no, ahora ya no la necesitaba, de hecho le agradecía que se hubiera mostrado reacia a contarme algún tipo de historia que pudiera creer, porque entonces no habría sacado mi propia conclusión y habría vuelto a caer como un estúpido -No... no es lo que piensas. Nunca ha sido mi intención hacerte parecer un idiota de verdad que no!
¿No? Pues había conseguido que me sintiera aún más idiota solamente con decir aquellas palabras en voz alta, y le iba a replicar cuando me di cuenta de que había ido rompiendo poco a poco la distancia entre nosotros y se encontraba ahora tomando mis manos, transmitiéndome una repentina ternura que consiguió descolocarme por completo y hacer que me calmara por un momento olvidando todo.
-Por favor... tienes que creerme.
Al mirarla a los ojos y ver aquella expresión entre asustada y precavida me hizo recordar cuando la había recogido en el bosque, en su forma animal, estando herida... Pero a continuación pasaron por mi cabeza todas las veces en las últimas semanas que me había cambiado de ropa delante de ella, o que había caminado desnudo hasta el cuarto de baño para ducharme, porque se suponía que era mi casa, estaba solo, y uno no siente pudor delante de los animales. Pero creo que aún más que eso me avergonzó pensar en la de veces que había hablado en voz alta con ella, pensando que no me entendía, en lo cariñoso que había sido, en que me había visto reírme de estupideces, hacer tonterías o derrumbarme en mis peores días recordando a Ayax y maldiciéndome a mí mismo por haberme condenado a aquella soledad. Había visto todo de mí y esa era la peor de las humillaciones.
-Podemos ir adentro? Nos estan mirando.
Aquello me hizo poner los pies es la tierra de nuevo, ladeé la cabeza para mirar a mi único vecino que parecía realmente atento a nuestra conversación, cosa que no nos convenía en lo más mínimo teniendo en cuenta que era un simple humano. Y que tampoco necesitaba pasar más vergüenza aún.
- ¿Le importaría meterse en sus asuntos? ¡Es una conversación privada!
Grité descargando mi furia contra el pobre hombre que corrió enseguida a meterse en casa dándome algo de lástima, era un buen hombre, un anciano muy amable que no tenía culpa de nada, y yo era gilipollas. Tendría que ir a disculparme con él más tarde, pero no era mi prioridad ahora mismo. Volví a centrar la vista en Avy y me percaté entonces de que mis manos seguían aún entre las suyas, las aparté rápidamente y retrocedí un par de pasos alejándome de ella.
- Prefiero quedarme aquí. - Dije repitiendo el tono en el que lo había dicho ella minutos antes, demasiado orgulloso para comportarme de una forma madura y aceptar que tenía razón, que no era el lugar idóneo para hablar de algo así donde cualquiera podía oírnos. Por suerte lo pensé mejor y recapacité. - Está bien, vamos.
Cedí dejando escapar un suspiro antes de dar media vuelta y caminar en dirección a mi casa. Sujeté la puerta esperando a que pasara y entré después de ella cerrando tras nosotros y quedándome apoyado en la puerta. Sobraba decir que ya no estaba muy por la labor de mostrarme hospitalario y que había cambiado de idea en cuanto a sentarnos e invitarla a tomar un café, allí estábamos bien.
- Si tu intención no era reírte de mí, ¿entonces qué? ¿Espiarme? - pregunté sintiéndome inexplicablemente dolido al pensar en esa opción, es decir, sabía que esas cosas ocurrían de vez en cuando entre vástagos de diferentes casas, pero creo que de algún modo ya me había encariñado con ella, aunque fuera en su forma animal - Porque entonces ha sido algo completamente inútil, ya no pertenezco a la casa Creusa y hace años que no sé de ellos; me repudiarion. Así que te recomiendo que la próxima vez elijas un objetivo mejor. - Solté finalmente intentando ocultar toda la amargura de aquellas palabras.

Por como se calló de repente en lugar de pedir clemencia y decir las palabras mágicas que le había sugerido, supe que tramaba algo… Me di cuenta demasiado tarde, cuando consiguió empujarme y rodar sobre mí hasta quedar sentada en mi espalda. Maldición, un despiste.
- Oh pequeño saltamontes creo que todavía te falta mucho, pero vas mejorando! - dijo poniéndose en pie y yo me giré para mirarla aún desde el suelo, sopesando la posibilidad de intentar derribarla de nuevo y continuar así aquella pelea amistosa, o bien dejarlo estar por hoy, antes de terminar haciéndonos daño, como diría nuestra madre. No es que en casa hubiera hecho nunca demasiado caso a mamá, pero supongo que estando lejos era diferente, así que opté por la segunda opción haciendo caso a mi conciencia. - Deberías de dejar de pensar tanto en esa comida, vas a ponerte lento luego de eso.
Me sacó la lengua y yo le hice una mueca arrugando la nariz en respuesta. Entonces me puse en pie, sacudiéndome un poco la tierra que manchaba toda mi ropa, y un montón de pequeñas ramas, hojas y hierba.
- Ñiñiñi - respondí haciéndola burla - eso lo dices porque tienes envidia de no poder comer comida basura por miedo a que te crezca el trasero.
Dije en venganza por lo de antes, pero aún concentrado en sacurdirme un poco. Creo que me había clavado una astilla en la mano... ¡ay! Una buena y enorme astilla, aunque no era nada comparado con los arañazos que me había hecho, no solo ahora en el suelo, sino también a medida corríamos entre las ramas de los árboles. Por eso era mejor correr en forma animal, pero de todas formas los arañazos desaparecerían antes de que volviéramos a casa, así que tampoco era para tanto.
- Quien llegue antes a casa primero se queda el baño grande.
Dije volviendo a echar a correr delante de ella en la misma dirección que habíamos tomado para llegar. Sabía que le encantaba ese baño, ¿a quién no? Si había que elegir entre las duchas de el resto, o la bañera-jacuzzi, la opción estaba más que clara, así que aproveché la oportunidad para retarla a una nueva carrera, por supuesto, no al ritmo de antes ya que ambos estábamos algo más cansados que cuando salimos de casa obviamente. Sin embargo tampoco nos llevó más de cinco minutos llegar a donde se encontraba la casa Dalaras; entre las afueras del bosque y las primeras casas de la isla, y aunque había apostado que el ganador se daría un baño en el jacuzzi, ver aquel estanque frente a casa hizo que se me ocurriese una idea, un poco tonta, pero muy tentadora.
- De acuerdo, imagina que me he dejado ganar una vez más - dije refiriéndome a la llave que me había hecho antes, que en realidad no me había dejado ganar en absoluto, ella había ganado limpiamente solo que yo había renunciado a tomar la revancha... Bah, era algo parecido qué más da. - Me gusta más la idea de darme un baño en plena naturaleza, en compañía de las ranas.
Bromeé, y me acerqué al agua ya levantándome la camiseta y pensando si no sería más divertido transformarme antes de meterme, cuando me dio por mirar al frente y encontrarme a Allie a pocos metros de nosotros. Volví a bajarme rápidamente la camiseta antes de que pensara algo raro, o que era estúpido, o que era estúpido y raro.
- Hey. Allie. Hola. - Diablos, ¿por qué sonaba como un robot? Supongo que había sido algo inesperado, y aún estaba medio avergonzado por haber estado a punto de que me viera haciendo algo totalmente ridículo. - ¿Qué haces por aquí? - conseguí decir, haciendo por fin una frase completa. Entonces me di cuenta de que ni Katia ni yo teníamos un aspecto muy decente, embarrados y demás, y sentí la necesidad de dar una explicación antes de que ella llegase a alguna conclusión extraña - nosotros veníamos de correr, nos lo hemos tomado muy en serio hoy. - Medio bromee señalando nuestras ropas.